El respiro de mi alma no me lo da escribir,lo da contar la opresión de mi ser.
Soy el poeta.
Aquel del que de mis cicatrices salen poemas.
Aquel cuya pluma guía las palabras de mi corazón.
Aquel que ve las letras como los gritos mudos de mi alma.
Soy el poeta.
Soy el poeta trágico.
El poeta enamorado que atropella su corazón.
El que no usa la lógica para escribir ni crear.
Cuyas palabras le brotan del alma y las tatúa en papel.
Soy un trágico poeta enamorado.
Que de sus pesares crea arte y de sus dolencias refranes.
No estoy triste, no ahora.
Y sin embargo mi pluma usa el dolor como fuente de inspiración.
Amo mi vida.
Pero debo soltar la tragedia para crear mis obras.
Soy la llave maestra de mi vida.
Y no vivo deprimida a pesar de que lo parezca.
Soy Feliz.
Y si no es en su totalidad, la mayoría de mi si lo es.
Seré un poeta trágico,probablemente la mayoría mi vida.
Pero no tiene caso expulsar la alegría de los poemas.
¿Qué sería del mundo sin la alegría en el arte?
Quiero plasmar la alegría.
Enmarcar las sonrisas.
Y contemplar las risas.
No soy un poeta trágico.
Soy un ser humano que no sabia que se podía ocupar la alegría para escribir.
No soy un poeta trágico.
Porque yo decido cambiar mi pluma vieja por una más vivaz y más auténtica.
Tan auténtica como yo.
Si decido cambiar mi forma de escribir no es por dramática,es porque un poeta feliz es más noble que un poeta trágico.
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